Noticia: es muy probable que todas esas pequeñas molestias que crees que son herencia genética no sean tales; son síntomas de algo peor.

Síntomas de que tu cuerpo no funciona como debería.

Ya en el artículo de la semana pasada llegamos a la conclusión de que casi nadie previene posibles consecuencias de un estilo de vida poco inclinado al cuidado físico; y es cuando su calidad de vida empeora, el momento en que deciden actuar. Habitualmente no somos conscientes de los síntomas iniciales, porque inconscientemente les quitamos importancia, dándolos por normales cuando no lo son.

Aprende a leer los síntomas en el momento en que aparecen

Si encuentras en el siguiente listado algún factor que se da actualmente en tu vida, será señal de que necesitas cambiar tu mentalidad para ayer:

  • Sudor ácido y/u olor de pies.
  • Cansancio.
  • Problemas de sueño.
  • Falta de concentración.
  • Flatulencias.
  • Estreñimiento (en hombres).
  • Diarrea (en mujeres).
  • Ciclos abundantes o con dolor, al igual que ciclos superiores a 31 días (en mujeres).
  • Hinchazón abdominal y/o malas digestiones.
  • Ardor de estómago o reflujo.
  • Dolor de cabeza frecuente.

¿Alguno te resulta familiar? Por más que te esfuerces en justificarte, no es algo normal. Tu cuerpo no es así:

Tu cuerpo está sufriendo unos síntomas que no debería padecer

Por ponerte un ejemplo, las flatulencias tienen relación, generalmente, con una alteración en la flora intestinal. Esta alteración puede producir en el largo plazo enfermedades autoinmunes; pero en el corto plazo el síntoma que te dará problemas será el dolor de espalda… ¿Te suena?

Igual (igual) estás pensando que no pasa nada “Total, solo tengo un síntoma de todos los que hay en la lista”. Y efectivamente, solo tienes un síntoma; no tienes por qué tener todos los mencionados, claro.

Pero por norma general, estos síntomas se consolidan y se desarrollan, apareciendo otros nuevos. Igual (igual) ya has visto a alguna persona con hinchazón abdominal pensando que eso es grasa…

En fin, con el tiempo irían apareciendo más síntomas, los suficientes como para verte ahogado y sin saber cómo te has metido en esta situación.

La siguiente pregunta suele ser “¿Cómo salgo de este atolladero?”.

Bueno, para eso estoy yo

Lo primero es ponernos manos a la obra; es decir, empezar a cambiar tus hábitos.

Ahora, ten esto claro: Hay personas que pondrán mil excusas para no hacerlo. Hay quien lo hace por la inercia, otros por miedo a lo que supone cambiar de vida, salir de la zona de confort… Vamos, que todo son excusas.

Únicamente te diré una cosa; la diferencia entre el resto del mundo y tú, eres tú.

Y, sobre todo, con el tiempo, cualquier síntoma leve puede convertirse en una afección difícil de tratar. Si decides no hacer nada… Bueno, es tu decisión; es posible (esperemos que no) que en el momento que quieras cambiar lo que hace unos meses se solucionaba en unas semanas, ahora cueste arreglarlo un par de años (y solo pudiendo mejorar hasta cierto punto).

Y llegados a esa situación, la pregunta será: “¿Mereció la pena?”



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